lunes, 1 de diciembre de 2008

Tres veces volátil


Para Stella Maris.

I.
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Ella se acerca, define, disiente. Lleva su mano, protege humedad vibrando con sangre. Victoria impensada sobre la gloria del cuerpo.
Su soledad, mi soledad. Compañera presiente distancia, agrega dolor, empuja hasta el fondo.
Lágrimas. Afuera el sol quema trozos ajenos.
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II.
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Remover. Consignas intangibles. Flores marchitan porvenires inicuos. Vasijas móviles. Barcos que dilatan.
Él ya no quiere. Puede irse. Surcar melindros de acero inoxidable. Yeguas muertas se abren a sus pies.
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III.
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Aquí pero no ahora. El ajenjo desposa barítonos y recluye elíxires. Vomitar. Orinar. Defecar.
Valentía inapelable de las ranas asediadas.
No, tuya no. Hermosa sintonía anacrónica desvirga tu pretérito.
Yo sólo contemplo tu humo flexible.
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IV.
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Aquiescencia de lo sublime. Personaje mutilado presume memoria. Humores que fluyen. Consumo todo tu semen, sedienta de blanco y proclive al término inconfesable de tu sexo.
Vos me mirás. Él se acaricia. Clave metonímica de una siesta zigzagueante.
No puedo más.
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No quiero más.
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No quiero.
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Sólo te puedo.